La Serena: un pequeño Maralba junto al mar.

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Fecha: 24 agosto, 2015

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Restaurante La Serena

Dirección: Carrer Alba, 10 – Altea (Alacant)
Teléfono: 966 88 58 49
Tipo de cocina: De autor
Precio de la experiencia: 80,00 €

Por fin Maralba a pocos quilómetros de casa

Aquellos que me conocen saben que siempre he hablado bien de Maralba. Este restaurante, situado en la localidad de Almansa (Albacete), reúne tres cualidades que, aparte de haberles hecho merecedores de una estrella Michelín, aportan al cliente un grado altísimo de satisfacción: una comida rica y variada (se pueden probar muchas cositas diferentes), un trato profesional a la par que cercano y una excelente relación cantidad-calidad-precio. Siempre he lamentado encontrarme relativamente apartado de esta casa, pero ahora, con la dirección gastronómica del restaurante La Serena por parte de Maralba, a uno le queda ya bastante más cerca y más asequible la posibilidad de disfrutar más a menudo de todo cuanto nos ofrece la “casa madre”.

Terraza de La Serena en Altea

Fran Martínez, cocinero, y Cristina Díaz, jefa de sala, son el matrimonio que, desde hace ya más de diez años gestionan el restaurante de Almansa. Su arriesgadísima opción por instalarse allí ha ido dando frutos poco a poco y Maralba ya es un restaurante referente en la cocina castellano-manchega. Desde la primavera de 2015, además, han asumido la asesoría gastronómica del restaurante La Serena en Altea. Un paso más hacia la proyección personal y profesional de esta joven pareja que deja bien claro que no sienten temor alguno por asumir retos de tal magnitud.

Un entorno maravilloso

El restaurante La Serena se emplaza en el hotel que lleva ese mismo nombre. Situado en pleno casco histórico de la ciudad de Altea, una de las más bonitas de la Costa Blanca (para mí la que más), se aconseja llegar a él caminando, dando un paseo por las estrechas callecitas que configuran este barrio. Calles empedradas, casas encaladas, macetones en sus puertas, empinadas cuestas y laberínticas escalinatas configuran el centro de la ciudad y encuentran su culminación en el punto más alto de esta pequeña loma, donde se sitúa la iglesia parroquial. También se puede optar por reservar el paseo para después del festín y acabar tomando un café o unas copas en la misma plaza del templo.

Mesa preprada en La Serena en AlteaEl hotel/restaurante se ha habilitado en una antigüa casa de pueblo y se han combinado acertadamente elementos propios de la arquitectura de la zona y otros de carácter más moderno. Tiene un coqueto comedor interior decorado con mucho gusto y una terraza en la que fuimos acomodados. Una pequeña piscina sin coronación, las excelentes vistas a la parte más alta del pueblo, las mesas vestidas con blancos manteles y la iluminación intimista de la terraza consiguen crear un ambiente muy agradable y propicio para cenas pausadas, sin prisa alguna, disfrutando de los platos y del encanto de las noches mediterráneas en las que el calor nos concede un mínimo descanso con respecto a las temperaturas diurnas.

El menú largo

Llegamos a la hora de cenar con hambre, eso es cierto, y, por ello, no dudamos para nada en pedir el menú más largo que se ofrece por 50,00 € y que está compuesto por 6 aperitivos o snacks (distribuidos en dos pases), tres entrantes, un plato de pescado, otro de carne y dos postres. Existe otra menú con menos pases y, lógicamente, más económico. Estas fueron las preparaciones que disfrutamos:

Torta de sardina: Semejante a la tortilla de camarones típicamente sureña, pero elaborada a partir de la piel de la sardina. Se presenta sobre el sustento de un tenedor, tal como se hace en Maralba, pero ésta personalmente me pareció de sabor menos intenso que la que preparan en la casa almanseña.

Coca de hígado de rape: La base es una fina masa elaborada con alga nori y, sobre ella, se coloca una pequeña porción del paté de hígado de rape. Este producto alcanza tan intensidad sápida que en algún otro restaurante me ha resultado de tanta potencia que he acabado apartándolo. En La Serena, sin renunciar a ese sabor intenso ni mucho menos, se domestica un poco la potencia desbocada y se consigue con ello un bocado sustancioso y elegante.

Pepino encurtido con sisho morado: Bocado refrescante y estival cuya misión es justamente esa: conseguir lavar el paladar y prepararnos para afrontar el siguiente pase de snacks.

Pepino encurtido con sisho morado y coca de hígado de bacalao de La Serena en Altea

 

Bombón de queso local: Es uno de los snacks estrella en el restaurante Maralba y el que aquí se nos ofrece no le va a la zaga. Dos cambios significativos: el queso manchego se sustituye en La Serena por un queso artesanal de cabra de la vecina localidad de Callosa d’en Sarrià y la forma del mismo que no es esférica como allá, sino simulando aquí una pequeña bola de queso. Explosión literal al tomarlo y estallido de sabor en boca. Un placer.

Mejillón yodado: Molusco desconchado de gran tamaño presentado en cucharita de porcelana con el fondo iodado que intensifica el sabor del mismo. Potencia.

Bonbón de queso y mejillón yodado  de La Serena en Altea

 

Corneto de brandada de bacalao: Snack a semejanza también del que se sirve en Almansa pero el tradicional atascaburras manchego es sustituido por esta emulsión de carácter mucho más mediterráneo. Delicadeza y elegancia en este pequeño cucurucho.

Corneto de brandada de bacalao de La Serena en Altea

 

Caballa en jugo de ensalada verde y olivas negras: Una delicia. Producto sencillo y económico, pero que, con el tratamiento preciso que aquí se le da (Fran borda los platos de pescado y así parece que ha sabido transmitírselo a Borja, el cocinero de La Serena), proporciona altas dosis de placer. Verdura tersa y fondo delicioso con esa vinagreta de color oscuro.

Caballa en jugo de ensalada verde y olivas negras de La Serena en Altea

 

Calamar en texturas con royal de cebolla y jugo de jengibre: En la línea del plato anterior. Un gran producto, una cocción perfecta (en este caso varias, pues el calamar se presenta rebozado, a la plancha…) y un fondo o ligazón de gran intensidad sápida. Delicioso también el bizcocho de tinta de calamar que acompaña al plato.

Calamar en texturas con royal de cebolla y jugo de jengibre de La Serena en Altea

 

Arroz con velo de galeras: En Maralba descubrí el carpaccio de galeras y aquí este fantástico arroz cuyo auténtico mérito es ese velo que lo recubre elaborado con la carne de las galeras en un ejercicio de técnica que se me antoja complicado. Sabor marino a raudales y originalidad en un plato con ese producto que no puede fallar en los restaurantes de la costa mediterránea: el arroz.

Arroz con velo de galeras de La Serena en Altea

 

Pescado de playa con ajoblanco de codium y ravioli marino: Buena porción de gallo de San Pedro (creo recordar) y unos acompañantes que aportan aquello que una buena guarnición debe dar al plato: ligazón, sabor complementario sin destacar sobre el principal, redondez, si se me permite la expresión. Un señor plato.

Cordero con rabanitos y cebollas tiernas: Estética interesante para un plato de carne y perfección nuevamente en los puntos de cocción. Muy ricos los daditos de carne meloso-crujientes que acompañan que me recordaron las preparaciones con morro o careta. No es fácil brillar en los platos carnívoros dentro de los menús degustación. Creo humildemente que aquí se consigue un resultado sobresaliente.

Cordero con rabanitos y cebollas tiernas de La Serena en Altea

 

Esponja de cítricos, sopa de eneldo y pipas de calabaza: Cítrico y herbáceo a la vez, combinación por la que se apuesta últimamente en muchos restaurantes en busca de postres “higienizantes” y frescos. Se huye de postres extremadamente golosos o empalagosos.

Esponja de cítricos sopa de eneldo y pipas de calabaza de La Serena en Altea

 

Texturas de pera: Otro postre que no resulta excesivamente dulce. Bonito el cuenco en el que se emplata pero presentación un tanto anárquica que no resulta excesivamente atractiva. Correcto.

Textura de pera de La Serena en Altea

Mención especial merece el pan artesanal que elabora Elia, la propietaria del hotel, y el aceite de la cooperativa de Millena, un pueblo de la sierra alicantina. Hicimos hueco en nuestro estómago para disfrutar de ambos placeres.

Lo que bebimos

Empezamos la velada con unas cervezas Alhambra especial. Acompañamos los snacks y los entrantes del menú con una botella de cava Agustí Torelló gran reserva. Con el plato de pescado disfrutamos de una copa de Enrique Mendoza Chardonnay y con la carne nos ofrecieron una copa de vino tinto: El tren de la vida de Bodegas Ampelos de Almansa. Con los postres tomamos unas copas de Pedro Ximenez cuya referencia no recuerdo y concluimos con unos Gin Tonics de G-Vine con Fever tree.

En busca del reconocimiento de la crítica

Terraza bien iluminada de La Serena en AlteaPor todo lo escrito y descrito, el lector puede deducir fácilmente el alto grado de satisfacción que la experiencia nos aportó y la felicidad que sentimos al poder disfrutar de esta casa con mayor asiduidad. La propuesta culinaria nos parece de altura con unas elaboraciones repletas de sabor, un producto seleccionado y un toque de autor que la diferencia de la mayoría de restaurantes de la ciudad. El entorno es encantador y el servicio se presentó voluntarioso y agradable durante toda la velada, incluido el propio Borja, el cocinero, que se acercó a nuestra mesa para interesarse sobre nuestras opiniones. Y la relación calidad-cantidad-precio me parece realmente excepcional visto el trabajo que esconden todos y cada uno de los platos. Me parece que, con un poco de suerte, el próximo otoño nuestra provincia de Alicante puede acrecentar el número de restaurantes galardonados por la prestigiosa guía roja. De momento, ya cuentan con toda mi admiración, reconocimiento y gratitud. Adelante.

 

17 comentarios en “La Serena: un pequeño Maralba junto al mar.

    1. Toni Grimalt Post author

      Muchas gracias por tu comentario, Oliver. No sé si conoces este sitio. Si es así, creo que coincidirás conmigo en muchos aspectos. Si no has estado todavía te aconsejo visitarlo. Creo que no te defraudará.

  1. Jon Ander

    Para que digan que en los hoteles no se come bien. Desde luego que esta es una excepción y de las buenas. Menuda pinta que tiene todo ese menú. Encima con ese cava y ese PX a mi me llevan al cielo.
    La brandada de bacalao curiosamente ha pasado por mis papilas gustativas en alguna ocasión este verano. Plato que hacía ya tiempo que no veía por ahí. El arroz también es un tanto peculiar para mi pero seguro que está estupendo. Como nos cuidamos, caballero. Un saludo

    1. Toni Grimalt Post author

      Es un hotel muy familiar, con una filosofía particular: la cercanía, la intimidad… Quizás ello influye en el hecho de ofrecer una oferta gastronómica de calidad.

      ¡Anda que tú te cuidas mal!

      1. Aurelio G-M.

        Sí! Fui de los pioneros en visitar/valorar Maralba.
        Fui sólo, pues volvía de una reunión en Albacete, paré en Almansa… y me llevé un sorpresón de órdago.
        2008, lo acabo de comprobar.
        Y desde entonces le he dicho a Teresa un millón de veces “Tenemos que ir a Almansa, visitamos el casco histórico, subimos al castillo y comemos en Maralba, que es una pasada”
        Y no lo he hecho. ¡No he vuelto! Y mira que me impactó.
        Ya sabes como son estas cosas. Lo vas dejando, lo vas dejando…

    1. Toni Grimalt Post author

      Gracias, Fer. Pues sí. Ya conocíamos el buen hacer de Fran y Cristina en Almansa y ahora trasladan esa filosofía a este local a pocos kilómetros de casa. Un privilegio.

  2. Ferran

    A mí me queda más cerca Almansa que Altea pero desde luego es para tenerlo en cuenta si uno está por la zona. Pinta muy bien la cosa, la verdad. Por cierto, muy buen post Toni. Saludos!

    Ferran

  3. José Ruiz

    La cocina de Maralba con el entorno de Altea parece una combinación inmejorable.
    Ahora tengo a los “dos Maralbas” equidistantes a una horita de casa…

    1. Toni Grimalt Post author

      Y en el de Altea te puedes quedar a dormir y todo, jeje. Sé que, más pronto o más tarde, os dejareis caer por allí. Y sé que os gustará mucho.

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