Escrito por: Ana Juan
Fecha: 11 diciembre, 2014
Restaurante Hermanas Cofiño
Dirección: Barrio Caviedes, Vadaliga (Cantabria)
Teléfono: 942 708 046
Tipo de cocina: Cocina tradicional
Precio de la experiencia: 32,60€ por persona
Una cita con los Restauranteros cántabros y con su tradición
En una mañana de verano templado en Cantabria, sin que el sol moleste, descapotamos el coche y ponemos rumbo desde Comillas hacia el interior de esta rica tierra en paisajes. Suena el CD que impulsivamente compré ayer en Santillana del Mar, envolvente y armoniosa melodía de ese peculiar instrumento metálico llamado “bell”.
Viajamos relajados al encuentro de nuestros amigos Restauranteros cántabros Javier y Gabriel, junto con sus encantadoras esposas Inma y Estela.
Llegamos directos, guiados por el GPS. Habrás podido observar que en la dirección no hay nombre ni número de calle. No te hace falta, tú llegas a Caviedes, aparcas y, allí donde se ve gente agolpada está tu destino.
Si no reservas no comes en mesa
En una casa corriente y tradicional, como las del lugar, con un muro de piedra y teja roja, toman el aperitivo en el exterior quienes esperan turno, acomodados en mesas altas con taburete. Si no han reservado han de ser pacientes e incluso esperando está difícil, según nos advierte Gabriel, porque es muy demandado este restaurante.
Tomamos un vino mientras nos saludamos, con un poquito de queso muy curado del lugar. Abrimos boca pero no tardan en llevarnos a nuestra mesa.
Tradicional y rústico negocio familiar
Encontramos al entrar un ambiente rústico montañés, laberíntico espacio distribuido en tienda-barra, sala y salones ganados al patio, imagino que por el crecimiento secuencial del negocio. De hecho el origen de este popular restaurante está en la tienda familiar de productos de la tierra, alimentación (quesos, legumbres, conservas…) y vinos, que fue creciendo hasta ser un lugar de peregrinaje para los que buscan un auténtico cocido montañés.
Hoy se mantiene en manos de la familia que trabaja a destajo para dar rotación a su concurrida casa de comidas, hasta tres en un servicio. Su trato es amable, familiar y sencillo como el lugar y su cocina. La mantelería de tejido sin tejer, vajilla de loza blanca, fuentes de barro y cristalería aceptable, dan cuenta de la referida sencillez.
Probamos lo más típico
Venimos de la mano de nuestros anfitriones, así que lo más inteligente es dejarnos llevar y probar lo típico del lugar. Por ser verano, deciden moderar la ración de cocido pero no quieren evitarlo, así que esto es lo que comimos:
Bocartes (boquerones) rebozados y fritos, un bocado para empezar esponjoso y sabroso.
Croquetas de jamón, bien fritas pero sin destacar como bocado entrante para mi gusto.
Albóndigas de carne, lo más famoso y peculiar de esta casa, por su gran tamaño (todos la comparan con la pelota de tenis) y su no menor sabor, suaves pero bien ligadas, bañadas con una salsa de guiso rica, caseras caseras…
Callos, en mi segundo tiento a este típico plato en varios lugares de nuestro país, tras probar las de wagyu donde Fonso, soy moderada y aquí mojo pan (tampoco voy a pasar de cero a mil en un verano…). El caldito para chuparse los dedos.
Cocido Montañés que se sirve en dos tiempos: el plato de cuchara de caldo, alubias blancas con berzas y el “compango” que es como llaman por aquí al acompañamiento de tocino, morcilla y chorizo. Contundente, sabrosa cocina tradicional, que resucita la memoria de los platos de la abuela.
Acabamos con una chuleta, de las que “se gastan” por aquí. No hay foto (sorry) pero fácil de imaginar: corte grueso, corazón rosado y humeante ¿la ves?
Pero digo mal, porque acabar, acabar, acabamos con los postres de arroz con leche, tarta de hojaldre, helado casero y tarta de queso en mi caso. Como verás, todo clásico, típico y tradicional.
Estos platos fueron acompañados de cuatro botellas de vino tinto, en el encuentro un vino del Rosellón llamado “Les Amis Vignerons de Anne-Claude L.” dos de César Príncipe, vino de la D.O. Cigales, tempranillo 100% y un mencia de tierra Lebaniega llamado “Pico de Cobariezo”. En este lugar la oferta de vinos es completa.
Un paseo para bajar la comida (y la bebida)
Tras la sobremesa dimos un paseo por las cuatro calles de esta aldea, escuchando atentos los comentarios de los lugareños que nos ilustraban sobre su tierra y gente. Durante el trayecto encontramos a un miembro de la familia Cofiño en el huerto de las berzas, cosechando para el restaurante: ahora entiendo porque todo sabe tan rico, tan auténtico y natural…
Gracias
Agradezco encarecidamente a nuestros anfitriones su consejo y acogida, que se alargó hasta la cena en Comillas, con una entrañable charla que, además de lugares, cocina y vino, me permitió conocer algo más de esta gente buena y amable. No sólo de gastronomía vive el hombre…Gracias.
¿Cuál es el plato de cuchara más típico en tu tierra?
Como sabéis, este post acierta plenamente en mis preferencias gastronómicas.
No quiero ni pensar cómo será degustar estos platos tan contundentes en estas fechas (por ahora, cerca de navidad), con el clima frío que tan bien marida con ellos. Especialmente por esas tierras del norte.
Lo perfecto sería anteponer una buena caminata por el campo o la montaña. Porque a la mesa hay que venir provisto de buen hambre para disfrutar debidamente la comida…
Lo sabemos bien José Enrique, te conozco bacalao!
Coincido contigo en todo salvo en una cosa: yo “disfruto debidamente la comida, con buen hambre” incluso sin previa caminata … jajaja
Ahora bien, más nos vale hacerte caso 😉
Un abrazo JE
Lo que se dice un menú “ligerito”, vamos. A mi los callos me encantan. Esos bocartes, a los que yo llamaría antxoas, tienen una pinta estupenda. Otro plato que me apasiona. Si me sacan a mi la tarta de queso así, les mato. No me gusta nada que me la decoren con mermeladas. Con lo ricas que están solitas.
Ana, veo que Javier es tan buen fotógrafo como tú. 🙂 Un abrazo, guapa.
Llámalo bocarte, llámalo antxoa o “x”, pero qué sencillo y rico plato!
Sobre la tarta de queso ya se yo tus gustos… ¿acompañada de leche condensada?
Sí que está chula la foto de Javier, sí…
Gracias Jon Ander, un abrazo.
Pues aquí tienen la mala costumbre de acompañarlas con nata de esa de spray que no sabe a nada, que todavía es peor, Jon. Saludos.
Yo quiero ir a comer ahí, y quiero comer lo que habéis comido vosotros.
Seloso, que eres un seloso… pero te comprendo.
Un abrazo Gran Jefe
Por ser de justicia, me permito trascribir una puntualización que me hace en facebook Iñigo Gómez:
“Me gusta la crónica, me gusta casa Cofiño y su gente… Pero leyendo esto, quien no los conozca, no se hace una idea de la fantástica oferta en calidad, cantidad y precio de vinos y destilados. Y este es uno de sus encantos.”
Gracias Iñigo, toda la razón
Nosotros encantados de haberos acogido y acompañaros durante vuestra entancia comillana y montañesa. Muy buena descripción de lo acontecido en Casa Cofiño.
Muchas gracias Javier, y le doy la razón a Gastiola respecto a la foto final en la que salgo yo e hiciste tú.
Un abrazo
Menudo viajecito os pegasteis por Cantabria!!! Joooo, yo quiero!!! Enhorabuena por todos y cada uno de los posts de vuestras vacaciones!
Buen viaje, sí.
Éste es el último de los sitios visitados, por orden cronólico.
Ale, ponte fecha que nuestros colegas seguro te reciben y acompañan…
Un abrazo.
Ah pues… ¡no debisteis comer mal del todo!
Jajaja
Bien, muy bien, Presi
Coño que bebeis que cada vez estáis más jóvenes ¡!
Vaya forma de pasarlo bien, que envidia.
Pregunta a nuestros peluqueros, jajaja 😉
Debe ser que pasarlo bien nos mantiene jóvenes.
Un abrazo Vicente