Escrito por: Ana Juan
Fecha: 30 septiembre, 2012
Visita obligada en los alrededores de Burdeos es esta maravilla de la naturaleza: magnífica, sorprendente, imponente y a la vez mágica. La Duna de Pilat, la más alta de Europa, con más de 100 metros de altura y una longitud cercana a los 3 Km, te ofrece la posibilidad de contemplar desde su cresta la Bahía de Arcachón. También te invita a hacer un viaje hacia tu interior.
Nuestro amigo francés nos sugirió esta excursión, cuando estábamos en Burdeos (Francia) visitando la ciudad y otros sitios de vino en Sauternes, Le Medoc y Saint Emilion. Tan sólo a 70 Km al suroeste de Burdeos, capital del departamento de la Gironda (región de Aquitania), se encuentra este fenómeno natural al que se accede desde el municipio de La Test de Buch.
Azul, ocre y verde
Azul, ocre y verde te colman la vista: el azul de mar y cielo en un soleado día de agosto, el ocre de la gran masa de arena y el verde del bosque que engulle la arena en su progresión, lenta pero continuada, tierra adentro.
Personalmente encontré en la cima de la duna un momento de sosiego, esa paz que conlleva hacer un alto en el camino para contemplar pasivamente lo que te rodea: detenerte, valorar lo que ves, lo que tienes y dar gracias por ello (“a quien corresponda” y a ti misma por permitírtelo). Delicioso momento.
Pudimos ver varios parapentes que aprovechan la pendiente y altura de la duna para volar, unos con destreza y otros con algo menos, supongo que noveles. La estampa que ofrecen añade color y dinamismo a un lugar aparentemente estático.
¿Os gusta la fotografía? os reto a captar la imagen que permita dar muestra de la magnitud de este monumento natural. Allí es fácil hacer fotos bonitas, retratar a tu pareja o conseguir una instantánea colorida de un parapente suspendido pero ¡ay cuando quieres plasmar sus proporciones! No es tan sencillo, yo hice lo que pude, tomando como referencia a la gente, unos cerca y otros lejos.
Algunos consejos prácticos
Es sencillo encontrar el lugar y puedes aparcar en el estacionamiento previsto al efecto, al pie del acceso a la “colina de arena”. Incluso puedes comer en los chiringuitos (recomiendo los “moules et frites” pequeños mejillones aliñados que te sirven con una generosa ración de patatas fritas). Otra opción es un picnic en el mismo lugar (muy común en Francia) o acudir al pueblo vecino de Arcachón. Si optas por bajar al pueblo, puedes poner la guinda al día con un paseo en barco que te permitirá ver la duna desde la mar, apreciando su altura desde la cota cero.
Subir por las escaleras facilita el ascenso, mucho mejor que por la ladera de arena (creedme, vi las caras extenuadas de los que optaron por trepar sin escalones). En todo caso es un esfuerzo más que justificado: compensa llegar arriba. Una vez allí, mejor si te aventuras dirigiéndote hacia la izquierda, lejos del punto inicial donde se “apelotona” la gente que se conforma con ese tramo. La Duna es grande, qué digo grande ¡enorme!, así que puedes encontrarte solo si caminas un ratito. Se puede bajar a la playa por la ladera del mar (aunque recordad, antes de decidir bajar que luego se ha de subir).
Nosotros estuvimos en agosto, dicen que cada estación la hace particular y diferente. Hay quien llega a la zona para ver la puesta de sol desde la cima… yo volveré en otra estación, a otra hora ¡qué espectáculo!
Y tú ¿has estado? ¿Te ha hecho sentir? ¿Tienes fotos de la dimensión de la duna? ¡Cuéntanoslo!
Fascinante paisaje. Parece increíble que hayan sitios así en Europa, y más que estén tan al norte.