Escrito por: Toni Grimalt
Fecha: 31 julio, 2018
Restaurante Aticcook
Dirección: Camí de la bota, 13 – Dénia (ALACANT)
Teléfono: 678 304 387
Tipo de cocina: De autor
Precio de la experiencia: 66,00 € por persona
Comer en una tienda de muebles
La marca “Pepe Cabrera” siempre ha estado asociada en Dénia y en la comarca al mundo del diseño y del mueble de calidad. Hace ya unos años, el conocido empresario decidió trasladar su tienda desde el centro de la ciudad a un inmueble de las afueras de superficie y dimensiones muchísimo más grandes suponiendo ello una mayor comodidad tanto para los suministradores como para sus clientes. Desde entonces, la tienda se sitúa en la mismísima entrada de Dénia, justo al lado de la carretera que une la ciudad con la AP7 y la N332.
Unos años después, la firma volvió a sorprender al público con la apertura de Aticcook, un espacio gastronómico en la última planta del edificio. Con el objeto de dar una mayor proyección a la tienda y mostrar parte del mobiliario que en ella se puede adquirir, se constituyó una alianza con el cocinero Rafa Soler, ahora en el restaurante Audrey’s de Calpe (una estrella Michelín), en la que se cedía ese espacio de la tienda para que el chef pudiese desarrollar su propuesta culinaria. Aticcook no daba un servicio “al uso” y sólo abría bajo petición expresa del cliente que realizaba la reserva.
Con la llegada de Bruno Ruiz, el cocinero actual, se decidió dar una mayor continuidad al servicio y ofrecer la posibilidad de disfrutar de Aticcook cualquier día del año, exceptuando los días de descanso y los periodos vacacionales, pero conservando aún algunas peculiaridades: tan sólo se ofrece un servicio diario (de comida o de cenas según el día de la semana), se emplaza a todos los comensales de un mismo servicio a que estén puntualmente a una hora determinada y se sirve un único menú para todos ellos que sólo es susceptible de modificaciones en caso de alergias o intolerancias.
Un marco imponente
La experiencia Aticcook comienza antes de entrar en el propio restaurante con la llegada al edificio. Sorprende la magnitud del mismo, sus formas rectas, sus grandes ventanales, la pulcritud en la poda de los setos y árboles y las enormes esculturas de metal que lo rodean. En la planta baja de la tienda nos recibe el personal de la misma que nos invita a subir en el ascensor para llegar hasta la última planta donde el propio Bruno Ruiz nos espera casi a las puertas del mismo. El cocinero se presenta y nos invita a tomar un pequeño aperitivo en la terraza. Antes de llegar a ella atravesamos la estancia principal del restaurante configurada por la cocina totalmente abierta y un pequeño salón con una capacidad de no más de veinte comensales.
Tanto el mobiliario de la sala como el de la terraza nos resultan diversos y originales. Ninguna de las mesas es igual a las demás. Tampoco la sillas, las lámparas… Se trata de una pequeña parte de la gran exposición de muebles y todo está a disposición del cliente por si muestra interés en su adquisición.
Mientras tomamos el aperitivo en la terraza (cervezas y vermuts) nos sirven unos ricos chips de patata. Se alterna la patata normal con la papa morada y se combinan con un mojo picón muy suave. Poco después, cuando han llegado todos los clientes que disfrutaremos de este servicio de mediodía, nos invitan a pasar dentro. En nuestro caso, nos acompañan a un salón aledaño, exclusivo para nuestro grupo y con una inmensa mesa redonda que alberga cómodamente a los nueve comensales que lo constituimos.
Menú degustación
Pan, aceite y sal: Una vez tomamos asiento nos sirven el pan y una pequeña cata de aceites y sales. Más en concreto, se nos presenta un aceite elaborado en esta comarca, La Marina Alta, y otro de la sierra de Jaén. En cuanto a las sales encontramos sal en escamas, sal volcánica y sal de huevo frito. Nos sorprende especialmente ésta última por la persistencia e intensidad de su sabor.
En el siguiente pase nos sirven tres pequeños bocados en un mismo plato: huevo frito con patata y jamón, crujiente de plátano, foie, membrillo y coco y una croqueta de “arròs al forn”. En los tres se vislumbran unos conocimientos técnicos notables. Pero, además de ello, es admirable la carga sápida brutal que se consigue en todos y cada uno de ellos siendo como son degustaciones de pequeño tamaño y que se toman de un solo bocado. Comenzamos muy arriba.
Gamba bajo cero: Plato ganador en el concurso de cocina de la gamba de Dénia este mismo año. La gamba se cocina levemente a la sal y, después, se escabecha con cítricos. Posteriormente se acompaña en el plato con un granizado de tomate y concentrado de anchoa, helado de jengibre y una sopa fría de manzana y apio. El único pero es que nuestra visita coincidió con el paro biológico en la captura de gamba de Dénia y tuvimos que conformarnos con gamba blanca. Aun así, otro plato repleto de sabor y matices muy interesantes.
Tartar de atún: Plato de gran vistosidad que nos recuerda un tanto la estética elegante que Begoña Rodrigo practica en su casa, la Salita, a la que tanto aprecio le tenemos. Los daditos del atún se sirven sobre una mouse de aguacate que resulta ligera y agradable. En el centro de la corona una crema de boniato, me parece recordar, que no peca de dulzor y acompaña maravillosamente al conjunto.
Oreo de queso, nueces y setas: Ejemplo claro de trampantojo que imita a la perfección la conocidísima galleta, pero que, una vez en boca, nada tiene que ver con ella. La recreación del crujiente se consigue con una masa de nueces y setas y la crema blanca del centro es un helado de queso parmesano repleto de personalidad. Me gustó, pero coincidí con el resto de comensales en una apreciación que motivó que, a ellos, mayoritariamente no les gustase: la bajísima temperatura a la que se sirve para que se conserve perfectamente resulta algo hiriente en boca e impide un mayor disfrute.
Pulpo a baja temperatura con espuma de coliflor, romescu de sobrasada y picada de cacahuetes con miel: Tal vez fue el plato que más gustó. Aquello que nos encandiló fue, sobre todo, la ternura extrema del cefalópodo cocinado magistralmente para conseguir tal fin. Acertadísimos los acompañantes que redondean el conjunto sin apabullar ni en lo más mínimo el sabor de quien está llamado a ser el verdadero protagonista: el pulpo.
Panceta, anguila ahumada, frambuesa y tupinanbo: La presumible untuosidad de la panceta que podría acarrear un efecto denso y pesado se neutraliza con el resto de ingredientes: la anguila, levemente cocinada y con un marcado sabor ahumado, la crema del tubérculo y los trocitos de frambuesa que resultan crujientes proporcionando, además, un toque divertido y una mesurada acidez.
Ventresca de cordero: Si he de ser sincero, no consigo recordar el enunciado del plato y, por tanto, me resulta imposible detallar los acompañantes que se sirvieron junto a la carne. Una percepción sí quedó grabada en la memoria gustativa y es la intensidad del sabor de la ésta. Destacable. Lejos de intentar suavizarla eligiendo otra parte del animal u otros acompañantes que atenúen su sabor, se manifiesta con toda la personalidad que el cordero tiene. Seguramente por ello se presentan solo unos pequeños cortes de la misma.
Coulant de calabaza con helado de lima y galleta al curry: Original presentación con un efecto similar al del popular postre de chocolate, pero que se elabora sin el uso de éste que ha sido sustituido por la calabaza, producto éste que cuenta con mycho arraigo en la repostería tradicional de la comarca. La densidad del coulant se contrarresta con un ligero y refrescante helado de lima que se adorna con el crujiente de curri.
Buena carta de vinos y un servicio impecable.
Como complemento a la oferta de cocina, Aticcook muestra una carta de vinos bastante interesante y con unos precios muy razonables. Acompañamos el menú con un par de botellas de Guitian sobre lías a las que le sucedió un excelente La Calma 2013. Los platos carnívoros los acompañamos con un Aalto 2015 y cerramos la comida con Celler de la Muntanya Dolç.
Todo el personal que se acercó a nuestra mesa en algún momento de nuestra estancia se mostró simpático y servicial, especialmente Bruno Ruiz, el cocinero, que nos explicó uno a uno los platos del menú y se interesó muchísimo por nuestras preferencias y por las propuestas que menos nos gustaron.
No tiene mala pinta. Supongo que no puedes llevarte un cachorrito.
Previo pago igual sí, jajajaja
Nos queda alguna velada por cubrir en Octubre??? 😂.
Que pinta más apetecible.
Noooo! El programa ya va cargadito
Recuerdo mi visita al obrador de Diego, un italiano afincado en nuestras tierras que hace maravillas con los helados. Su “problema” era sólo uno, conseguir una textura que supusiera disfrutar de sus helados enteros pero con un toque menos frío. ¿Posible? Desgraciadamente creo que a día de hoy no. Así que esa galleta más “caliente” hubiese sido una masa sin forma. Una pena. Por lo demás, todo tiene muy buena pinta y muy apetecible. Aunque las vistas desde esa terraza sean, para un norteño, muy poco verdes. 🙂
Has estado suave con lo de “muy poco verdes”. Las vistas son fatales, pero es lo que hay, jeje. Lo importante la comida y estuvo a muy buen nivel.
Todo muy apetitoso y excelentemente narrado y con fotos que te hacen salivar… como siempre. La verdad es que vuestra vida como blogueros gastronómicos es envidiable, si encima os pagaran las comidas y fuera más a menudo, sería de ensueño.
Muchas gracias por seguirnos, Juan Je. Nuestra aspiración no es otra que el disfrute de los grandes restaurantes que tenemos cerca o un pelín más alejados y el poder compartirlo con quienes nos seguís. Ojala sea de ayuda para alguien!
Por supuesto. No es sólo un placer leeros sino luego tener en mente los restaurantes que reseñais para poder visitarlos. Definitivamente es de gran ayuda. Así que a “sacrificarse” y seguid compartiendo
Uno de esos lugares gastronomicos que si me cayese cerca iria sin ninguna duda a visitarlo.
Tienes que plantearte seriamente venirte a pasar cuatro o cinco días a la comarca: Aticcook, bartei de Miquel, Audrey’s, El Rodat, Tula, La Setla… Y, si quieres más aún, Bon Amb y el Quique Dacosta
Ciertamente, me lo voy a tener que plantear, en cuanto se presente la ocasión.
Tiene muy buena pinta y un rte. sin problemas de aparcamiento. Pero me temo que es casi tan dificil de comer como donde el “Bareto de Miguel”. Tendré que intentarlo cuando vaya por ahí. Bonita descripción. Hasta he ensalivado.
Difícil de un día para el otro, pero no se se programa con antelación y, menos aún, si estás de vacaciones por aquí unos días y puedes adaptarte tú al día que ellos te propongan.
Una propuesta muy original ésta de aunar diseño y gastronomía. Además sumamente interesante al constatar de la lectura del post la solvencia de la cocina que allí ofrecen.
Intuyo que debe estar difícil la reserva, ¿no?
Como le decía a Javier: todo es programarse. Y tú para eso eres un crack
Toni, sabes que cuando queráis esta es vuestra casa.
Lo sé, Rafa. Siempre a gusto en vuestra casa. Nada más se pueda.
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