Escrito por: Toni Grimalt
Fecha: 1 agosto, 2014
Casa Manolo
Dirección: Paseo Marítimo 5; C.P.: 46710 Playa de Daimús (Valencia)
Teléfono: 962.818.568
Tipo de cocina: Cocina marinera contemporánea
Precio de la experiencia: 107,00 € por persona.
Un clásico en La Safor
Hablar de Casa Manolo en la comarca de La Safor es referirse a uno de esos restaurantes con solera, un local que aguanta con éxito el paso de los años, una casa en la que muchas familias se han reunido en torno a la mesa para celebrar acontecimientos relevantes de sus vidas, un sitio de comidas de negocios, donde se cierran tratos y siempre se queda bien con el potencial cliente…
El local se sitúa en primerísima línea de playa y ocupa un amplio edificio, prácticamente aislado, de una única planta. Su fachada principal mira al mar y al paseo marítimo que discurre paralelo a éste. Sobre el mismo paseo se monta una hilera de mesas en las que se debe comer muy bien en primavera u otoño, intuyo, pues ahora, en verano o aprieta la canícula o el viento racheado de Garbí que incomoda bastante.
Dos salones
El interior se divide en dos espacios cuasi independientes. En el primero encontramos la barra y dos largas mesas con taburetes altos blancos impolutos a uno y otro lado de corte moderno, aptos para comidas de carácter informal o cenas de picoteo.
El salón principal es amplio y luminoso, con hermosas vistas al mar, pero de estilo difícil de catalogar. Rústico, evidentemente, pero mezclando elementos de corte marinero (los faldones de las mesas azulones y los manteles blancos) con otros más propios de un refugio de alta montaña (paredes chapadas con piedra, envigado de madera…). En mi humilde opinión, no es el mejor marco para la propuesta gastronómica de Manuel Alonso, mucho más moderna, pero supongo que hay un interés por conservar el antiguo estilo del local y ligar presente y pasado de éste, como un tributo a la tradición.
Cocina marinera de corte moderno
La familia Alonso ha sabido adaptarse a los tiempos modernos y, sin renunciar a los platos de toda la vida, su carta y, especialmente, su menú degustación, apuestan por una cocina más actual y atractiva. No podemos hablar de vanguardia pues no la hay. Hay técnica, creatividad, cuidadas presentaciones… pero no estamos frente a un cocinero de esferificaciones, aires y humos. Se escoge un buen producto, esencialmente aquellos salidos del mar, se le da un tratamiento respetuoso y se le acompaña con condimentos, salsas e ingredientes en general bastante acertados.
Menú degustación
Veníamos con la clara intención de conocer el mayor número de platos del cocinero y, para ello, la mejor opción es elegir el menú largo, No ojeamos, pues, la carta y no puedo facilitar al lector datos sobre el resto de propuestas. Sí diré antes de empezar con la relación de platos que, durante la comida, nos sirvieron unos ricos panes caseros, de pimentón el uno, de aceite de oliva el otro, y un magnífico AOVE que hizo nuestras delicias.
Gazpacho con aguacate y cebollino: Pequeño cuenco con un acertado gazpacho, sabroso, refrescante y más líquido que cremoso. Un buen comienzo.
Buñuelos de bacalao: Consistentes, de forma esférica, más parecidos a una croqueta por su cobertura crujiente. Aún así, muy ricos.
Airbag de sepia: curioso nombre que se debe a la base de este snack elaborada con una especie de rosquilleta crujiente hueca por el interior. Una especie de almohadilla. Sobre ella unos deliciosos tagliatelle de sepia y un riquísimo allioli casero, condimento acertadísimo para este bocado vistoso y sabroso.
Coca de jurel marinado: Otro delicioso bocado. La base: una oblea circular con la masa típica de la coca valenciana (harina, levadura, agua, aceite y sal), quizás menos crujiente y consistente de lo deseado y una porciones generosas del jurel marinado, hierbas y flores sobre ella.
Bikini de trufa: especie de sándwich, simulando el clásico de “triángulo de pan bimbo”, tostado y con un relleno de láminas de trufa no excesivamente aromáticas. Sin pena ni gloria.
Ensalada caprese: Se sirve copa de vermut y reproduce los elementos de esta famosa ensalada. Los tomates troceados al fondo, cocinados al vacío varias veces, la espuma de mozarela sobre éstos y el remate de la hoja de albahaca, aceite de ésta misma planta y un poco de caviar. Plato delicioso, apropiadísimo para el verano.
Salmón marinado: taco generoso de este pescado acompañado de alga wakame y una crema de rábano. Estaba rico, aunque me sorprendió lo terso del lomo. Me gusta la textura mantecosa del salmón, esa que permite cortarlo prácticamente sólo con el tenedor y que se deshace en la boca casi sin masticarlo.
Panacota de coliflor con pulpo seco y caracoles de mar: Para mí fue uno de los mejores platos de la comida. Se sirve en un cuenco ancho y se construye sobre una base cremosa de patata y coliflor (no guarda ninguna similitud con el postre italiano, por cierto). Sobre ella descansan las mollas de las cañaillas hervidas y unos trocitos de pulpo seco (salazón tradicional en las comarcas centrales del País Valencià). Producto excelente y resultado final que convence.
Ostra con puré de apio y con picadillo de tomate y pimentón: El molusco ya viene partido en dos y se aconseja tomar cada una de las porciones separadamente con los dos condimentos. Ostra de buen tamaño y frescura y acompañamientos con personalidad que no neutralizan el sabor de ésta pero que dejan huella en nuestras papilas gustativas, especialmente el apio.
Ensalada de trufa: mezclum de hierbas, lascas de trufa y una vinagreta exageradamente fuerte que neutralizaba prácticamente el sabor peculiar que da esa trufa. Buenas intenciones, pero con un resultado, en mi caso, no esperado. Prescindible.
Rodaballo: Riquísimo. Buen producto, taco generoso y tratamiento mínimo para poder disfrutar al cien por cien de las excelencias de este pescado considerado por muchos como uno de los mejores. Guarnición mínima con minizanahoria, tomatito Cherry y espárrago. No se precisa de más.
Callos como los hacía mi madre: Los pedimos en el momento de efectuar la comanda. No sé si corresponde a la carne que sale con el menú degustación, si fue substituida ésta o si añadieron este plato, pero… ¡bendita la hora que nos decidimos a pedirlo! ¡Qué cosa más rica! Sé que los callos se elaboran fundamentalmente de la membrana del estómago pero no conozco suficientemente la casquería para saber explicar porqué éstos estaban tan buenos a diferencia de otros catados en mi recorrido gastronómico. De hecho, se trata de un plato al que ya le estaba tomando manía, pero éste fue el día de la reconciliación. Una textura gelatinosa pero para nada resbaladiza o “chiclosa” y una salsa cargada de melosidad y sabor.
Arroz de sepia y coliflor: Emplatado con ayuda de un molde, de textura melosa y coronado con un berberecho cuasi crudo de buen tamaño. Punto perfecto del arroz y fondo acertado. Un buen arroz, en definitiva.
Sorbete de limón, helado de chocolate blanco y remolacha: Postre refrescante y que se agradece tras un menú tan largo. El ácido del cítrico prevalece sobre los demás sabores. Los tropezones de remolacha y frutos rojos combinan a la perfección aportando ese dulzor tan característico.
Ferrero Roché: Reproducción sápida del famoso bombón con una presentación totalmente diferente: el corte clásico de una tarta. Doy fe que la imitación es perfecta con el plus de la temperatura que todavía lo hace más rico y goloso.
Lo que bebimos
Tras las cervezas iniciales estuvimos hojeando la carta de vinos. Hay para rato. Relación interminable de vinos de múltiples DO destacando las referencias internacionales de las que me consta que Manuel es un apasionado (Francia, Alemania…).
Nuestros escasos conocimientos al respecto nos hacen desechar este apartado y nos centramos en los caldos nacionales. Tomamos La Calma 2009 y El bugader 2008. Ambos vinos, que había probado hace años, me parecieron excelentes y sin entrar en apreciaciones de si maridaban o no con lo degustado, me parecen dos vinos a la altura del menú que tomamos. Los precios de los vinos son aceptables y existe también variedad en cuanto a la gama de los mismos.
Con los postres nos ofrecieron un moscatel de Alejandría de Primitivo Quiles (Monòver) que resultó ser invitación de la casa (buen detalle) y que disfrutamos mientras se prolongó la sentada.
Buena experiencia
Para concluir reafirmar que, como se desprende de todo lo leído anteriormente, la propuesta culinaria de Manuel Alonso se sustenta sobre los pilares del producto marino y el sabor y que bien lo vale un desplazamiento hasta Daimús para disfrutar de este restaurante. El servicio funcionó a la perfección y estuvo siempre atento y cordial con nosotros.
¿Qué otros clásicos te merecen la pena?
Ieeeeeeeeeeeeeeeeeeeee, esa descripción del “paisajismo interior”… ¡Me estás dejando atrás!
😉
Para nada, presi. Tú si que sabes!
¡Buen homenaje el que cuentas!
No sé las referencias foráneas que ofrece en la actualidad, pero vuestras elecciones nacionales son de altura. La Calma una Chenin Blanc española al nivel de las del Loira y Bugader uno de los vinos emblemáticos que elabora la familia de Joan d’Anguera.
Parece ser que lo único desacertado en este menú degustación fueron los platos con trufa. Deberíamos contarles el secreto de aromatizar las trufas con aceite de esencia de trufa…
Un abrazo.
Son dos referencias que no se encuentran muy a menudo. Ambos los había probado, pero hacía ya años que no los cataba y me parecieron precios razonables. Estuvieron los dos a altura esperada.
Un sobresaliente en los 15 pases es algo muy chungo de conseguir.
Un abrazo!
Vamos, que el bikini se quedó en… “tanga”. 🙂
Buen menú pero yo, con los debidos respetos y consideraciones, me quedo con esos callos……. una buena ración de ellos con una buena hogaza de pan casero y de ahí al cielo directamente. Me apasionan y por eso mismo procuro ni catarlos. Esa salsa que te hace tener que ir a limpiarte las manos…. Puro vicio.
Aunque a ese postre de chocolate no le iba yo a hacer precisamente ascos.
Como siempre… estupendo trabajo. Un abrazo.
Gracias por leernos, Jon, por dar tu opinión y por tu reconocimiento. Efectivamente esos callos triunfaron, pero hubo varios platos en el menú de un altísimo nivel. Un abrazo!
Excelente comentario Toni. Esos callooosssss.
Un Diciembre de hace 3 años, camino de Calpe, paramos a comer en Casa Manolo y aún recuerdo el menú degustación que nos improvisaron, brutal y frente al mar en un soleado día de Diciembre, pues todavía mejor. Ya ves que no se me ha olvidado.
Corre algún comentario por ahí de mala atención del personal, que opinas ?.
Bueno, sigue contándonos tus experiencias con ese nivel de detalle, . . . . que pareces un profesor.
Un abrazo,
Muchas gracias, Manu.
Leí esas valoraciones a las que te refieres una vez tenía hecha mi reserva. Críticas que, todo sea dicho, me merecen el máximo respeto y credibilidad por venir de quien viene. Me asusté pero decidí darles una oportunidad. Te diré que todo funcionó a la perfección. Genial. Vamos a creer que tuvieron un mal día (un día horrible, por lo que se ve).
Saludos a ti y a Gloria.
Grandísima descripción del continente y del contenido papi, me da la sensación de haber estado ahí contigo…
Papito. Siempre estás conmigo en estas movidas, de cuerpo presente o de espíritu. 🙂 🙂 🙂
Pues vistos los platos nada de Casa Manolo, Don Manuel
Así es, gran jefe! Ya ves lo que cuenta el amigo Manu de su paso por allí!
Yo estuve en Casa Manolo con ocasión de una comida de trabajo, por lo que no presté la suficiente atención a la comida. Eso sí, recuerdo haber comido bien.
Tendré que volver para centrarme en “lo importante” (aunque esta la pague yo…)
Gracias por tu aportación Toni!!
Yo creo que os gustará: el entorno, la comida, la carta de vinos (especialmente a José)… Un sitio a recomendar. Un abrazo!
Callos aparte, la verdad es que el bocado de pulpo seco con la coliflor al fondo debía de estar muy rico, lo veo, lo veo…
Excelente homenaje y narración.
Un abrazo!
Muchas gracias, Fer. Disfrutamos mucho, la verdad
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