Escrito por: Toni Grimalt
Fecha: 22 diciembre, 2015
Restaurante: La Gruta – Círculo Industrial de Alcoy
Dirección: Sant Nicolau, 19 – Alcoi (Alacant)
Teléfono: 96 554 54 04
Tipo de cocina: De mercado y Tradicional.
Precio de la experiencia: 35,00 € por persona
Nuestra cena de despedida
El programa oficial de los encuentros semestrales de esta nuestra querida peña gastronómica que lleva por nombre “Los restauranteros” suele finalizar con la cena de clausura del sábado. A este último acto, solemos darle un aire más informal, característica que repercute tanto en la elección del local como la copiosidad de las viandas que configuran el menú de esa noche. Llegados a ese punto ya son varios los homenajes con los que nos hemos auto-obsequiado, no apetece un atracón más y se agradece una sentada con un ambiente mucho más distendido.
Situados en ese contexto, los anfitriones de este séptimo encuentro, José Ruiz y Ana Juan, eligieron acertadamente el formidable marco del Círculo Industrial de Alcoi y el restaurante La Gruta para celebrar respectivamente nuestra asamblea anual y la ya susodicha cena de clausura.
El Círculo Industrial
En pleno centro de la ciudad, en la famosa calle de Sant Nicolau, eje principal por el que discurren los desfiles de moros y cristianos que se celebran con motivo de las fiestas de Sant Jordi, se erige este bonito edificio de pronunciado estilo modernista y que refleja perfectamente el marcado carácter industrial de esta ciudad alicantina. Jose y Ana gustaron de enseñarnos sus dependencias y ciertamente resultó interesante recorrer sus amplios pasillos, la elegante biblioteca y los grandes salones donde se celebran actos de carácter cultural y festivo.
Cierto aire nostálgico se respira en el ambiente, reminiscencias del pasado, de la efervescencia vivida en otros tiempos… Uno cierra los ojos y se imagina en otra época, rodeado de señores elegantemente vestidos, fumando largos cigarros, disfrutando del licor de sus copas y conversando animosamente de la vida social y económica de la ciudad con el fondo musical de una pequeña orquesta. En la actualidad esos salones se usan principalmente para la celebración de eventos y banquetes.
Restaurante La Gruta
Tras cruzar el jardín interior y bajar una amplia escalinata nos encontramos ante la puerta del restaurante La Gruta. Éste ocupa la parte más baja del edificio, el sótano con respecto al nivel de la puerta principal de la calle Sant Nicolau, pero a pie de calle con respecto a la callejuela trasera del edificio.
Siguiendo la costumbre modernista de inspirarse en los motivos propios de la naturaleza, todo el salón intenta recrear el interior de una gran gruta. La decoración, no obstante, resulta excesiva y se consigue un estilo más propio del barroco churrigueresco que de la graciosa sutileza del Art Nuveau. A pesar de ello, resulta curioso y original el interiorismo de la sala.
Menú de “picaeta”
Ciñéndose a esa máxima no escrita de la que les ha hablado anteriormente con respecto al aire informal que solemos dar a este último acto de cada uno de nuestros encuentros, se pensó en una cena a base de tapas, que aquí se les llama “picaeta”, y, así, conocer también una de las costumbres más saludables que tenemos los valencianos consistente precisamente en ello: compartir raciones al centro de la mesa entre todos los comensales.
El menú consistió en:
Pa amb tomaca i allioli: No se precisa traducción. Hice firme propósito de no probarlo en vistas a lo extenso que se preveía el menú. Imposible. Tomé apenas un poco de allioli con la punta del cuchillo para catarlo y estaba tan rico que acabé devorando tres o cuatro rebanadas de pan en combinación con éste. Casero, como debe ser.
Olives farcides d’anxova (aceitunas rellenas): Téngase en cuenta que en la ciudad de Alcoy se ubican dos de las empresas líderes en el sector de producción de este producto. No podían faltar, pues. Buen aperitivo para calmar las ansias de tan ávidos comensales.
Esgarradet i saladures (Escalibada y salazones): Delicioso el pimiento asado y los tres tipos de salazón: mojama, hueva de atún y hueva de maruca. Aquí, en la Comunidad Valenciana, se toman los salazones indistintamente, ya sea en el día a día cotidiano, especialmente en verano, cuando apetece menos cocinar, ya sea en los días señalados en los que la mesa se viste de gala para celebrar algo.
Pericana: Plato insigne de la zona que no podía faltar en este menú alcoyano. Pimiento deshidrato y rehidratado posteriormente con abundante aceite de oliva. Los canastillos de pan iban cayendo rápido, pero es que tales viandas lo pedían a gritos. Rica también esta pericana, al igual que la degustada la noche anterior en l’Amagatall de Tota.
Sang en ceba (sangre encebollada): Tapa muy típica en los hogares y en los bares de los pueblos alicantinos. Se trata de un plato que precisa de una acertada preparación. Y, cuando hablo de ello, no me refiero tanto a una técnica cuidada o a una cocción compleja, sino más bien a una correcta condimentación. La sangre resulta bastante insípida, bien lo sabemos, exceptuando una pronunciada sensación metálica que altera significativamente nuestras papilas gustativas. Se requiere, pues, el uso abundante pero, a su vez, proporcionado de cuantiosas especias: el orégano, la pebrella… Todo ello, junto a esa cebolla “pochada”, puede encumbrar dicho plato o condenarlo al ostracismo. La sangre de La Gruta estaba deliciosa y consiguió hacerme recordar aquella otra que tan magistralmente preparaba mi abuela en casa.
Abisinios: Tapa de nombre curioso y circunscripción casi exclusiva a esta ciudad. Simple como ella sola y, a pesar de ello, resulta rica y original. Se trata de medio huevo cocido que, posteriormente, se reboza y se fríe. Aúna simpleza y autenticidad. Correcto ese rebozado, sin acusar para nada un exceso de aceite.
Magre i fetge (magro de cerdo e hígado): Combinación de dos tapas típicas que suelen servirse por separado. Como en los bares al uso, se acompañaron también aquí con la famosa “picaeta” (majado) de ajo, frutos secos, perejil y AOVE. Llegados a este punto, las fuerzas de algunos comensales ya empezaban a flaquear y cierta sensación de pánico cundió en la mesa viendo los platos que aún restaban por salir en el menú que nos habían entregado por escrito.
Mandonguilles d’aladroc (albóndigas de boquerón): El aspecto exterior es de unas croquetas confeccionadas de manera totalmente casera y la apariencia algo basta o descuidada. La textura, sin embargo, no corresponde a las típicas croquetas careciendo absolutamente en este caso de la melosidad en su corazón que tanto las caracteriza. Se trata, como su nombre bien indica, de unas albondiguillas pero que en lugar de haberlas sometido al guiso, han pasado por la freidora. Potencia sápida del pescadito. Enganchaban.
Bolets amb llonganissa (setas de chopo con longaniza): Alcoy se encuentra rodeada de montañas y, en ellas, crecen algunas variedades micológicas. Seguramente la producción no es la suficiente para abastecer la demanda de todos los hogares y restaurantes, pero esa presencia cercana ha propiciado que las setas figuren en el recetario tradicional de las comarcas de l’Alcoià y su vecina: el Comtat. Los bolets son setas de pequeño tamaño que se preparan salteadas en la sartén con el acompañamiento del majado del que hablamos anteriormente.
Olleta alcoiana (guiso de Alcoy): Guiso supertradicional y de gran consistencia (téngase en cuenta que en Alcoy el frío aprieta durante bastantes días en otoño e invierno) a base de alubias y carne de cerdo, fundamentalmente. Se usó en esta ocasión una legumbre de tamaño más bien pequeño y el fondo espeso estaba delicioso. Inexplicablemente todos los comensales acabamos prácticamente con nuestro pucherito vacío y eso que más de uno se había retirado varios platos atrás. Ello dice mucho a favor de este guiso magistralmente preparado.
Mentireta (granizado de “mentira”): Otra de las singularidades de estas comarcas interiores es la elaboración y la ingesta de café-licor. No se confunda, por favor, con el licor de café. Nada que ver. Es una bebida espirituosa confeccionada con la maceración conjunta del aguardiente y el café. Se toma a secas o con sifón como aperitivo, en copa baja con hielo tras una comida, combinado con coca-cola como copa de trago largo e incluso con granizado de limón recibiendo el nombre de “mentira” en este último caso. Se sirvió con la finalidad primera de darlo a conocer y también como sorbo refrescante que marcase el paso de la parte salada del menú a los postres. El pronunciado sabor amargo del café sorprendió negativamente a algunos que esperaban un sorbete dulzón como suele ser habitual.
Pastel de carne: Curiosísimo postre también exclusivo de esta zona y legado inconfundible de la presencia en estas tierras de la cultura árabe durante siglos. Se trata de un hojaldrado relleno con un guiso de carne y fuertemente especiado con canela. Se sirve caliente o frío y resulta sorprendente la gran acogida que tiene esta “rareza” entre quienes lo prueban por primera vez.
A modo de “petit fours” rematamos tan grandioso menú con dulces típicos de la repostería alcoyana: mantecadas, pastissets de moniato (empanadillas dulces de batata), peladilles (de almendra y de piñones), naranja con chocolate… La sensación de no poder más motivó que casi ni los probase pero las opiniones en la mesa fueron altamente positivas. En la línea general de todo el menú, se acompañaron estos con infusiones de hierbas propias de la cercana Serra de Mariola. Un buen broche final.
Vinos y servicio a la altura del evento
Para acompañar este menúm, uno de los miembros de nuestra Peña, Ramón Cobeña, nos obsequió con los vinos que elaboran en la bodega de la que es copropietario: Valle del Botijas. Probamos en primer lugar un blanco variedad verdejo y, a continuación, dos vinos tintos con el mismo nombre que la bodega: el primero con cuatro meses de crianza y el segundo un crianza de 2013 que estaba delicioso. Fue precisamente éste último el que más me gustó.
Para terminar, quiero hacer una mención especial a Carmina Torregrosa, persona encargada de la sala en el restaurante y que explicó todos y cada uno de los platos que salieron y, además, varias veces, dada la magnitud de la mesa que ocupábamos esa noche. Sus apuntes sobre las tradiciones alcoyanas, sus pinceladas sobre la historia de la ciudad y la contextualización de los platos en ella resultaron interesantísimas e ilustradoras para quienes desconocían por completo la idiosincrasia particular de esta ciudad y su comarca. Muy agradecidos, de verdad.
Desde luego que no me extraña que algunos decidieran una retira a tiempo. Ese menú me pilla a mi con 20 años y quizás hasta repita pero ahora mismo……..
No puedo imaginarme las caras al aparecer esa olleta alcoiana después del recorrido anterior.
Pues nada, otra vez a pasar envidas cochinas después de otro de vuestros encuentros gastronómicos. Lo bueno que tengo es que el próximo quizás me permita de algún modo haceros alguna visita informal.
Estupendo comentario, como siempre. Un saludo.
Qué no fue para tanto, hombre!! Jajaja. La verdad es que no nos esperábamos tamaño festín. Creo que ni los propios José y Ana contaban con tales cantidades. Eso sí, yo aguanté, ¿eh? Que quede claro.
Sabes que siempre serás bien acogido en nuestros encuentros así que no vemos en abril por tierras norteñas. Un abrazo
Una maravilla de cena maravillosamente contada.
Pasará a la historia de esta nuestra peña:
“¡Por Dios, que alguien pare esto!”
El presidente, cual capitán de navío, fue el último en abandonar el barco. Bravo por él, plas plas plas!
Pocas veces, he tenido que levantarme varias veces para pretender que la comida me bajase un poco….Fue tremendo…
Isaac
El número de tapas o “picaetas” era apropiado. Lo que pasó es que pusieron demasiada cantidad de cada una de ellas. Salíamos a dos o tres comensales por cada plato. Aquello no había quien lo detuviese, Isaac!
Leyéndolo me he vuelto a empachar. ¡Coño! con las picaetas levantinas. Conservo muy gratos recuerdos de los 2 días en aquel tobogán de platos y comidas. Felicidades por el artículo.
Muchas gracias, Javier. A los valencianos nos va mucho la pirotecnia, ya sabes. Y este fue el bombazo final de una gran “mascletà”, jeje. Próximo episodio en tus tierras. Muchas ganas de ir, aviso.
Pues por aquí os esperaremos con los brazos abiertos, cuchillos y tenedores. Pero antes nos vemos en Denía al final del invierno.
Pues lo mismo te digo, Javier. Os espero!
Qué bueno estaba todo. A estas horas arramblaba yo con todo ello pero reconozco que sufrí una pájara hasta que la olleta me recompuso.
Gran experiencia la que nos hicieron vivir Ana y Jose (tanto monta). Fantástica narración Toni 😉
Muchas gracias, Fer. Mi pájara fue más psicológica que física. Me asustaba cada vez que ojeaba el menú y veía lo que nos quedaba por delante, jaja. Pero yo como Indurain: a la marcheta. Y así conseguí llegar a la meta sano y salvo.
Leo con satisfacción que lo de la “picaeta” ha calado hondo.
Realmente fue pantagruélico y como bien dices no por el número de pases, más bien por la cantidad de cada uno de ellos. Aún así fueron más los que llegaron que los que no hasta el final. ¡Campeones somos los Restauranteros!
No pudimos tener mejor colofón.
Gracias por contarlo tan bien.
Un abrazo.
Es que, sin ser nada novedoso, estaba todo riquísimo. Me comentas que no es la oferta “normal” de este restaurante y que lo hicieron un poco ex profeso. Bravo por ese cocinero que acepto el envite y salió airoso de él. Y bravo por vosotros, los organizadores, por tan acertada apuesta. El sector levantino estaba más al corriente de estos platos pero creo que al resto de los restauranteros les encantó conocer nuestras tapas típicas.
Saludos muy cordiales.
Una buena picaeta, ¡sí señor!
Por cierto, no me ha quedado claro lo de los abisinios. Cuando dices medio cocido que se reboza y se fríe a qué cocido te refieres?
Excelente crónica, ¡cómo nos tenéis acostumbrados!
Saludos
Ferran
Evidentemente se trataba de un error. Medio huevo cocido. Lo rectifico. Gracias por leernos.