Escrito por: Toni Grimalt
Fecha: 12 junio, 2014
Dirección: Jesuites, 3 – 46701 – Gandia
Teléfono: 639.130.850
Tipo de cocina: De mercado.
Precio de la experiencia: 35,00 €. Entre semana ofrece un menú a mediodía por 15,00 € con una bebida incluida. Los fines de semana otro menú más extenso por 25,00 € con la posibilidad de maridarlo por 10,00 € más.
Un pequeño tesoro en Gandía
Una de las facultades que nos da el intelecto humano y que nos distingue del resto de los seres vivos es la posibilidad de clasificar. Muchas personas pasan su vida clasificando cualquier cosa: los animales, las plantas, los vientos, las nubes, las canciones, las sensaciones… En los últimos años me ha dado a mí por clasificar las casas donde dan de comer y he llegado a la conclusión que la única clasificación con la que me quedo es aquella que las divide en dos grupos ajustándose a un solo criterio: restaurante “con alma” y restaurantes “sin alma”.
Vins y més entra clarísimamente dentro del primer grupo. Un servicio con personalidad, una atención al cliente combinando con maestría el respeto y la cercanía, una propuesta gastronómica coherente, un estilo honesto y nada pretencioso… son algunos de los indicadores que me permiten meter sin dudar este local de Gandía en ese cajón en el que no todos caben.
Rubén Moreno: el alma de Vins i més.
Muchos son los hosteleros que, en su loable afán por mejorar su negocio, por dar mejor atención a su clientela, se han adentrado en el mundo del vino. Se han formado, han aprendido, han invertido… y ello ha repercutido positivamente en empresario y comensal. El caso de Rubén es justamente el contrario. Fraile antes que monje. La restauración no ha sido quien le ha llevado a él al vino, sino que fue su pasión por el vino la que le hizo desembarcar en el panorama hostelero de la capital de La Safor.
Conversando a la puerta del local con otros clientes que salieron también a echar un piti a los que no tenía el gusto de conocer me comentan que vienen desde Algemesí, que, hoy por hoy, esta casa es de las pocas en muchos quilómetros alrededor en la que se puede comer y beber bien a precios razonables, haciendo especial énfasis en la faceta del vino. Rubén ha sabido enmascarar una propuesta de enoteca o vinatería que tan poco viable se antoja económicamente hablando bajo la etiqueta de restaurante que resulta muchísimo más atractiva para los clientes.
Una vez en la mesa, Rubén propone, aconseja, enseña, explica, cata, pregunta… pero no desde posiciones altivas, no como quien habla desde el púlpito, no. Lo hace con humildad y sencillez, natural. Así es él: llano, espontáneo, un poco rudo, incluso. Me encanta porqué sabe despertarme la curiosidad, me hace sentir persona entendida y, al mismo tiempo, me lleva a pensar cuan ignorante soy todavía y cuantos mundos me quedan por descubrir. Un crack.
Lo que comimos
Después de tantas visitas a la casa, cuando me siento de nuevo a la mesa de Vins i més dejo que sea Rubén quien me sirva aquello que estime conveniente. Sabe que soy de aquellos que no tengo manías en la comida y que me encanta probar los vinos que él aconseja con cada plato. Ese día no vemos carta ni perdemos un minuto en hacer la comanda. Nos comenta el propio Rubén que nos va a hacer un menú a nuestra medida.
Hasta que llega el primer plato nos ofrecen un auténtico obsequio: un pan delicioso y aceite de Casa el tío David. Se trata de aceite artesanal embotellado por David, propietario del local con idéntico nombre al de este producto, elaborado a partir de aceituna alfafarenca, una variedad autóctona de esa zona alicantina.
Comenzamos con sardina ahumada sobre berenjena a la brasa. El toque ahumado del pescado es sutil y ligero y la combinación con la verdura supone un bocado delicioso. Destacable el tamaño del lomito y lo generoso de la ración en general. Se agradece.
Segundo entrante: quicos, foie y sopa de maíz. Llega a la mesa el plato con los daditos de foie cortados de manera irregular y minúscula. Se acompañan con el polvo de quicos. Una vez servido ante el comensal se le vierte la sopa de maíz de color vistoso y textura cuasi crema. El resultado es un plato rico pero, en mi humilde opinión, demasiado polarizado por el sabor del fruto seco.
Seguimos con una propuesta que, según los tres comensales, resulta ser el plato estrella de la velada: chipirón a la plancha y crema de calamar encebollado. La crema se consigue triturando el típico guiso de calamar obteniendo un resultado excelente: sabrosa, intensa, honda, si se me permite el calificativo. El chipirón, sin apenas tratamiento, solo con el toque de plancha, es de una calidad excelsa y se consigue un punto y textura envidiable. Chapeau!
Ultimo entrante: tartar de atún con helado de wasabi. Plato que bien puede erigirse como una declaración de intenciones de esta casa. Producto y sabor. Calidad destacable de “la carne” y contundencia del helado, dejando a un lado “las medias tintas”. Rico.
Plato principal: Chuleta con verduras. Carne nuevamente de calidad notable con un punto simplemente perfecto y con la nada pretenciosa guarnición de patatas asadas y pimientos. No precisa de más y nos devuelve al debate actual sobre las carnes en los menús degustación y el “juego limitado” que da este apartado. Se puede buscar la sorpresa también en este campo, se debe, pero los resultados difícilmente superarán el disfrute que supone tomar una carne de calidad simplemente bien preparada (brasa o plancha) y unas verduras.
En el apartado de los postres nos obsequian con tres propuestas al centro de la mesa. Digo obsequian y digo bien pues todos y cada uno de ellos están realmente ricos: Calabaza, naranja y mantecado; manzana y helado de limón; sorbete de maracuyá y chocolate. Dulzor contenido en todos ellos, sabores menos recurridos y una presentación correcta son los trazos comunes en ellos tres y que tan buen resultado da.
Lo que bebimos
Para los entrantes Rubén nos ofreció dos vinos y, lejos de dogmatismos y lecciones magistrales, nos invita a tomar indistintamente el que más disfrute nos aporte: L’etoile – Domaine de Montborgeau y Johannishof 2012 (Johannisberger Hölle Trcken). Nos aconseja, eso sí, maridar la sardina y el chipirón con el primero y dejar el riesling más para el foie y el tartar.
Para la carne, nos ofrece una “rareza”. Se trata de un Giró (así se le llama a la garnacha en las comarcas alicantinas) elaborado por Alberto Redrado, sumiller del famoso restaurante l’Escaleta de Cocentaina, del que apenas se embotellan unos cientos de unidades: Curii.
Para finalizar, acompañamos los postres con Pedro Ximenez de Emilio Hidalgo. Todos los vinos propuestos nos complacen, especialmente el riesling y éste último.
Vins i més bien merece una visita
A modo de conclusión y para cerrar esta valoración os remito de nuevo a la introducción de la misma, a esas primeras líneas en las que hablaba de los restaurantes “con alma” y del propio Rubén. Me reitero en la honestidad de su propuesta gastronómica, en la dedicación y buen hacer en el servicio y en la pasión que se transmite. Poco más que añadir. Un local que aconsejaría hasta al último de mis amigos y del que, una vez se sale, ya estás deseando volver. Lástima esa treintena de quilómetros que nos separan.
¿Qué te parece la opción que ofrecen algunos restaurantes de maridar sus menús?
Aúpa Toni! Fiel tu estilo de las grandes ocasiones: con una entradilla aco.jonante.
Y yo que aún no he estado en Vins i Mes… ¡joé!
Eso tenemos que solucionarlo, presi. Pon tú la fecha!
Gracias por tus piropos.
Joé, pues cualquier día oye!
Tú entre semana cómo lo tienes?
Pues en julio bien. Con saberlo un par de días antes…
Hace tiempo que no visitamos Vins i Més. Me da la impresión que desde entonces su cocina ha evolucionado y su oferta de vinos aumentado.
Después de leer tu post me han entrado unas ganas locas de visitarlo nuevamente.
A ver si es posible a finales de agosto hacerle una visita juntos, aprovechando que viene un chicarrón del norte amigo común, ¿eh?
Un abrazo.
Sí. Esa quedada ya está medio clara. Lo hablamos. Eso promete!
Yo conocí Vins i Més en el anterior emplazamiento, cuando todavía no me habías presentado a Rubén.
En aquella ocasión nos gustó y, digo yo, ya va siendo hora de volver a visitarle.
Creo que yo también me dejaría llevar por su consejo, tomo nota.
Un abrazo Toni y otro para Rubén
Yo también estuve allí. Este local es algo más amplio y ver al equipo de cocina en pleno trajín es un placer para quienes nos gusta el cazo y la sartén. Como ves en comentarios anteriores parece que puede caer una quedada próximamente. Un abrazo también para ti.
Doy fe de todo lo que mi amigo Toni cuenta de este lugar, lo visité a indicación suya y seguro que volveré .
Lo tenemos al alcance de la mano y la RCP es inmejorable.
Yo me quedo con ese tartar de atún aunque preferiría que no llevaba compañía. Me gusta tanto el atún, en cualquiera de sus preparaciones que paso de que me lo “estropeen”.
A mi una buena txuleta de vaca como si me la ponen de postre. No me molestaría en absoluto. 🙂
Pues buen comentario, buena propuesta y desde luego que buenas fotos y más aún si las comparamos con las de “otros”. 🙂 Un saludo
Gracias, Jon.
Tartar y chuleta dejaron bien alto el listón, pero yo me quedo con el calamar encebollado.
Las fotos están hechas con una cámara normalita, no creas. Lo que pasa es que la mano de la hada Ana convierte en un tesoro todo cuanto toca.
¿Cuándo vamos, papi?
Lo quieres todo, papi! Jajaja. Només es presente l’ocasió anem!
Madre mía! ! Y yo sin cenar…
Muchas ganas de ir a probarlo, exactamente el mismo menú.
Tomo nota y lo visitaré
Gracias por compartirlo y no quedártelo para ti! 😉
Tu eres un disfrutón, Borja. Y sé que, más pronto o más tarde, te dejarás caer por ahí. Solo espero que me avises. Un abrazo, amigo. Todavía nos quedan muchas gastrojuergas juntos por esos mundos de dios.
Bueno pues a ver si conocemos al famoso Rubén este verano, ¿ya sabes si tiene abierto en agosto?
Enhorabuena Toni!
Vaya trayectoria meteórica llevas en el blog, jejeje! Buen fichaje VinoWines.
La comida tiene una pinta estupenda, pero esa chuleta me la comía ya mismo para merendar. Ya ves, me sigue tirando lo de toda la vida.
Bonito reportaje compi. Ánimo y a seguir!
Besetes
Ada
Muchas gracias, Ada!
Excelente artículo Toni.
Suscribo todo lo que dices sobre Ruben.
Por cierto, yo me apunto (si me aceptais) a cualquier quedada que hagais, la ultima fué genial con Maresme, jeje
A la de julio, agosto, la que sea, que sabes que yo tambien lo tengo cerca 😉
Haz hueco para finales de agosto…
Oido cocina!
Experiencia horrible, el dueño es lo más impresentable que me he encontrado nunca en un restaurante. Un trato pésimo, tan vacilón que en un principio pensé que era broma, pero no, era en serio, que falta de respeto. Nos faltó un pelo para levantarnos e irnos, no lo hicimos por vergüenza. Pero se lo merecían.
La comida no estaba mal, tampoco se sebresale ningún plato, y el precio no muy barato, cena para dos solo con 4 entrantes, pero sin ningún segundo, ni postre 69 euros.
En primer lugar, gracias por leernos Silvia. Respeto tu valoración sobre “Vins i més” aunque no comparto los calificativos de “impresentable” o “vacilón” sobre la persona que dirige el restaurante. Imagino que ambos nos referimos a Rubén. No voy a negar que, después de alguna que otra visita, se han establecido ya ciertos vínculos de amistad con él y ello quizás me prive de objetividad. És por ello que voy a intentar retraerme en el pasado y recordar mis primeras visitas a “vins i més” cuando esa amistad todavía no se había forjado. Calificaria el trato de Rubén como natural, nada impostado, sincero y cercano. Sobre gustos no hay nada escrito y tal vez hay un tipo de público que no acepta ese acercamiento o tanta naturalidad. Donde tú dices vacilón yo entiendo bromista, desde mi experiencia, insisto. Es más: soy consciente de los amplios conocimientos que atesora sobre vinos y jamás he notado que “vacile” sobre ello. Más bien lo contrario. Pero quiero concluir reiterándote que respeto tu opinión y siendo consciente de que no a todos nos tiene que gustar lo mismo. Un saludo.
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