Escrito por: Ana Juan
Fecha: 6 diciembre, 2012
La Comarca del Priorat es conocida por sus vinos con las denominaciones Priorat y Montsant. Precisamente el vino fue la razón por la que acudimos a estos lares catalanes en el puente de San José.
Amén de las rutas enológicas que ofrecen, son diversas las actividades que allí se pueden disfrutar, como las excursiones por sus parajes montañosos (El Montsant o la Sierra de Llabeira) y la visita a los pequeños pueblos prioratinos.
Por el carácter de nuestra expedición enófila y breve, quedó excluida la actividad excursionista, con lo que yo os puedo contar qué pueblos visitamos y mostraros las fotos que hicimos.
Calles empinadas y estrechas
Son pueblecitos pequeños, emplazados en las faldas o en los altos de montañas y riscos. Su estampa desde la lejanía es pintoresca y característica. Desde la distancia, el color que predomina es el tierra, por lo que casi se confunden con el paisaje. Rodeados de bancales y zonas cultivadas en terrazas, verdes en temporada primaveral, todavía ocre y beig a nuestra llegada. Es característica la roca de pizarra, allí llamada licorella.
Su centro urbano es, por lo general, de calles empinadas y estrechas, cada uno con su campanario e iglesia. Merecen un paseo sosegado para contemplar sus casas y las vistas desde sus miradores.
Los lugareños
Los lugareños tratan bien al visitante. Sin quitarles mérito y romanticismo, somos los paseantes importante fuente de ingresos para esta zona que vive del vino y del turismo de interior. Precisamente en Vilella Baixa nos recibió, cual guía improvisado, un anciano vivo y locuaz, hablando una mezcla de catalán y español con acento andaluz. Nos dió la vuelta al pueblo señalándonos hábilmente sus propiedades, las cuales alquilaba a gente como nosotros. Teníamos ya reservado el alojamiento en Prades, si no, bien pudiéramos haber aceptado su oferta.
Carretera sinuosa
Atención a la carretera que sinuosa serpentea por entre las elevaciones que separan los pueblos, en distancias de unos 20 minutos entre sí. ¿El secreto para no marearse? Que el conductor sea José Enrique y tome con paciencia su cometido yendo despacio. Nosotros viajamos en una furgoneta de 9 plazas, así que también sirve pedirte el lugar del copiloto.
El itinerario se hizo depender del plan bodeguero, así que tras visitar cada mañana una bodega, acudíamos a comer a un pueblo cercano y paseábamos por él. Os cuento cómo resultó.
Sábado Ferrer Bobet
De la bodega Ferrer Bobet, nos trasladamos a Porrera y comimos en La Cooperativa. Atravesado por un riachuelo con poco caudal, la plaza principal asoma al cauce, donde algunas casas parecen “colgadas” en su ribera. Nosotros no tuvimos oportunidad, pero se recomienda acudir a la Ermita de Sant Antonio, desde donde se puede contemplar el pueblo.
Tras la comida nos acercamos a los pueblos de Torroja del Priorat, Vilella Alta y Vilella Baixa, ese pueblo en que el guía improvisado nos llevó al puente románico y a la calle sin salida “Carrer que no Passa” .
Domingo Mas Martinet
El domingo rompimos el plan por clamor popular y una buena causa. José Luis Pérez, de Mas Martinet, nos tuvo tan embelesados con sus explicaciones sobre viñedos, experimentos, proyectos de vino y vida que se nos pasó la hora de la visita a Escala Dei en Gratallops. No lo lamentamos en absoluto pero sí parece recomendable ir al lugar, con opción a guía. Comimos en El Piró de Gratallops y salimos satisfechos dirección al siguiente pueblo, ignorantes del magnífico momento que nos tocaba vivir esa tarde.
Mágico Siurana
Siurana, sito en un alto rocoso en otro tiempo defensivo, ofrece unas vistas espectaculares del valle y las montañas que dibujan el telón de fondo. Pintoresco por su casas y su emplazamiento, Siurana nos ofreció uno de los más bellos atardeceres que he visto jamás (y llevo unos cuantos…). Amarillos, ocres, rojos, morados y azules competían por ocupar un espacio y un momento en aquél mágico instante. Que sí, que has de ir.
Todavía tuvimos tiempo de acudir a Prades, lugar donde nos hospedábamos, para contemplar la puerta de la muralla y su plaza porticada, vacía, silenciosa, dorada por el baño de luz cálida de sus farolas.
Lunes Clos Dominic
Ya el lunes, tocaba Clos Dominic sita en Porrera. De camino desde la casa rural en Prades, paramos en Albarca. Éste es un diminuto pueblo, construido sobre un montículo, para ver y desde el que ver (el paisaje). Después del encuentro con Paco Castillo en su finca y bodega, comimos en Cal Carlets (Porrera) y, tras un corto paseo, nos montamos en la furgoneta de regreso a casa.
Hay muchos otros pueblos que seguro merecen ser visitados. Apuesto que combinar vino, pueblos y excursiones por la montaña es una experiencia que volveremos a intentar. Esta comarca tiene mucho que ofrecer. Da una mirada a la web http://www.turismepriorat.org y haz tu propio recorrido.
¡Que lo disfrutes!
Y tú ¡ah, que ya has estado! Pues cuenta, cuenta ¿qué otros pueblos viste?
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