Escrito por: José Ruiz
Fecha: 11 mayo, 2014
Dirección: Cl Mediterrani, 1 (Barri Roca); C.P.: 46133 Meliana (Valencia)
Teléfono: 961.491.346
Tipo de cocina: tradicional valenciana basada en el buen producto.
Precio de la experiencia: 50 € por persona.
Ca Pepico Restaurante Meritorio
Tiene mérito, mucho mérito (por no decir otra cosa) tener un restaurante en medio de la huerta valenciana y llenarlo a diario. Si además tienes en cuenta que en ocasiones ni el GPS sabe llegar, el mérito empieza a ser descomunal.
¿Cuál es el secreto? Son varios, sigue leyendo y los descubrirás…
Por su historia
Fue el avispado abuelo de los actuales propietarios José Ferrer Rodrigo, quien detectó que para ir de esa zona de la huerta al mar era preciso pasar por esta encrucijada de caminos. Por todo ello, en 1930, tras pagar 500 pesetas por el solar, decidió construir la casa que hoy en día alberga el restaurante y montar allí un pequeño colmado con el que abastecer a los transeúntes.
Con el tiempo su hijo, José Ferrer Coret, se hace cargo del negocio y allá por 1975, lo transforma en bar y casa de comidas. Con el milenio son los nietos del primigenio Pepico, Ana y Pep, quienes toman las riendas de este ya restaurante.
Por su ubicación
Llegar al restaurante no es nada fácil, ni siquiera para los más avezados conductores lugareños, al final nada que no solucione un taxista local o un buen navegador. Está situado en una alquería al norte de la ciudad de Valencia, rodeado todavía de huerta. La casa es muy antigua y conserva su estructura original a pesar de las reformas acaecidas en todos estos años. Su decoración es rústica valenciana, con numerosos aperos de labranza, azulejos, fotos, recuerdos y con las ventanas y puertas pintadas de azul claro que te recuerdan su proximidad al mar. Todo muy coordinado.
Dispone de una gran sala donde está la barra de la cocina semiabierta, de un comedor algo más privado y una salita muy recogida. Las mesas bien vestidas y con una separación envidiable. Destacable la iluminación indirecta y cálida que le otorga un ambiente muy acogedor.
Por su comida
Ana Ferrer está al frente de la cocina y ofrece platos tradicionales valencianos en los que prima el buen hacer y los buenos productos. Se prové de su propia huerta o colindantes, del cercano mar… los sirve tras cocinarlos con sus “tempos” sin prisas, con respeto. El resultado es una cocina franca, directa y honrada. Vamos, lo que hoy en día se le ha venido a llamar “Cocina kilometro Cero” y “Slow food”.
Por sus vinos
Pep Ferrer se encarga de la sala y de los vinos. Su propuesta vinícola es amplia, variada, con una selección envidiable, con referencias tanto nacionales como internaciones. Algo que me gusta mucho de este restaurante es que la carta se presenta como una sencilla colección de folios impresos, lo que te garantiza su constante actualización. Aunque lo mejor es dejarte llevar, aconsejar y sorprender por el propio Pep, un auténtico “Wikivinoman”. El recargo es muy comedido, la cristalería de calidad, y el servicio del vino es perfecto, siguiendo todos los pasos de la liturgia.
Me cuenta en tono jocoso, que le hubiese gustado nacer en La Borgoña, imagino que por la filosofía de los vinos de esta región: dos variedades, una para blancos y otra para tintos, pero más de 100 AOC’s, que los diferencia y los hace únicos e irrepetibles.
Fuimos con los Restauranteros
Visitamos Ca Pepico con ocasión del Encuentro bianual de la Peña Gastronómica los Restauranteros. Este IV Encuentro tuvo su sede en la ciudad de Valencia, organizado por la simpática pareja que son Ada y Fer. Nos prepararon un programa completo e inmejorable. Ca Pepico fue su acertada decisión con la que abrir el programa y poder mostrar a los Restauranteros foráneos la cocina tradicional valenciana, amén del festival vinícola que allí vivimos.
Menú para la ocasión
Y tanto que era para la ocasión, como que el menú tenía hasta nuestro logo impreso y todo (un detallazo Pep)
Aperitivos:
Corteza crujiente de bacalao. La corteza está elaborada con la propia piel del bacalao, crujiente y de sabor intenso. Acompañadas por un allioli casero, de los que hacen honor a su nombre, sólo ajo y aceite. Desde que falleció mi abuela María que no había probado uno tan bueno.
Crema de remolacha con galleta de eneldo. Presentada en una pequeña cazuela, suave y delicada. Una galleta de eneldo, a modo de tapa de la cazuela, complementaba a la crema. Original en presentación.
Hasta aquí las dos, podríamos decir, licencias creativas de la noche.
Nos sirvió un buen pan, aceite ecológico Envero, flor de sal, tomate triturado y allioli casero.
Entrantes a compartir:
Tomate trinchado con ventresca de atún. A este bien avenido matrimonio lo único que se le pide es la calidad de ambos, como era el caso. En raras ocasiones pido este tipo de platos, que hasta yo sé preparar, pero aún así lo disfruté.
Croqueta de bacalao. Fritura perfecta, justa combinación de patata y bacalao y un toque de pimentón. Textura y sabor, entre las mejores que he probado nunca.
Croqueta de puchero. Croquetas de nuestro cocido, también perfectamente fritas, de interior sabroso, pero algo seco para mi gusto. Acompañadas de una base de humus que ayudaba su ingesta.
Patitas de sepia con cebolla. Guiso tradicional, de los que se cuece tranquilamente en el puchero. En este momento entró a jugar el pan para mojar hasta limpiar el plato de la rica salsa. Tan sencillo y tan bueno.
Pescado:
Dentón con tomate, pimiento y tonyina. El dèntol como lo llamamos por aquí es un pescado que me encanta. Carne prieta, compacta, foliada y muy sabrosa. Acompañado del popular pisto valenciano que como característica idiosincrásica contiene, además del tomate y pimiento, pequeños trozos de atún de ijada en salazón. Constituyó un buen y patrio acompañante al excelso pescado.
Carne:
Solomillo con revuelto de patatas y morcilla. La carne buena y al punto menos solicitado. Me llamó más la atención su potente acompañante, me quedé con ganas de más.
Postre:
Crema de calabaza con helado de mantecado. ¡Cómo disfrute con este postre! Nunca había probado esta combinación y me encantó. La calabaza es un ingrediente muy presente en el recetario dulce de Valencia y por otra parte el helado de mantecado (de vainilla) tal vez sea el helado tradicional más popular de la Comunidad. Mi tía Mayte borda este helado y éste estaba a la altura. Me gustó tanto que un día de estos me atrevo a reproducirlo.
Cafés, infusiones y petit fours. Unas rocas de chocolate negro y unas galletitas pusieron punto y final a esta estupenda cena.
Esta cena fue especial, como siempre por la grata compañía, hay que ver que Peña y que “piña” hemos conseguido (Gracias Aurelio, tu eres el “culpable”). También por la degustación que os acabo de contar, pero si algo hizo especial, muy especial esta cena fueron los vinos allí bebidos y especialmente su puesta en escena de la mano de este gran sumiller que es Pep Ferrer.
A excepción del espumoso rosado de bienvenida, todos los demás fueron a ciegas, pensados acertadamente “ad hoc” para cada plato, para cada momento, algunos servidos a tríos, otros a dúos, otros enlazados con los siguientes con un hilo conductor que a priori sólo el propio Pep sabia. Un juego divertido y didáctico que supuso el deleite de los presentes y a la vez una cura de humildad para cualquier aficionado al vino.
Pep Ferrer jugó con nosotros, a sorprendernos, a engañarnos, nada era lo que parecía, bien por la variedad, bien por el origen, o por el estilo de vinificación… Ahí va la secuencia:
Festejar, P. Bouju, Macle, Manzanilla pasada Navazos 50, Pierre Peters “Chetillons” 2005, Gatinois millesime, Pierre Gonon “Les Olivieres” Saint Joshep, Ganevat “Les grands teppes vieilles vignes” 2011, Issue Ribeiro 2010, Acusp 2010, Rousset Peyraguey 2003 “Creme de tete”, Canari.
Todos los vinos de gran nivel y armonizando la comida acertadamente. Si he de quedarme con alguno, sólo con uno, elegiría el Canari una malvasía volcánica procedente de varias soleras (56, 70 y 97) que me seduce por su equilibrio entre dulzor y acidez. ¡Espectacular!
Restaurante muy recomendable en el que encontrarás una cocina local y disfrutarás de vinos de todo el mundo. Siempre salgo pensando que he recibido mucho más de lo que he pagado.
Todo un ejemplo a seguir en cuanto a su buen hacer, vocación de servicio y profesionalidad.
¿Qué importancia le das tú a la oferta de vinos en un restaurante?
Ya sabes que yo a la carta de vinos no le doy tanta importancia como vosotros, a mi me va más lo
“sólido”. Pero también me gusta tener a alguien que me recomiendo un buen blanco para acompañar
un homenaje como el que relatas.
Ya veo que la foto de grupo es la “oficial” y “faltan” algunos detalles. 🙂
Como siempre, estupendo relato, como siempre impresionantes fotos y como siempre esa envidia “poco
sana” de no poder acompañaros. Pero algún día, volveréis por estas tierras y aquí estaremos.
Un abrazo.
Pa’ mi que les faltó un buen txacoli.
Faltar, faltar… ¡faltaste tú!
Pocas personas aconsejan tan bien, como Pep Ferrer, en el aspecto vinícola.
Seguro que un día de estos volvemos a compartir mesa y mantel por tierras norteñas.
Gracias por tu lectura fiel.
Un abrazo.
Ostis, vaya michelin tengo en la nuca, ese no me lo había visto.
Como siempre, una crónica perfecta.
¡Qué michelín! ¡Qué no hombre, que no! Eso es puro músculo. Jejeje…
La guía “michelines” acabaremos haciendo…
¿Nada que no solucione un taxista? Pues a nosotros nos tocó el pardillo, macho. Hasta que no pusimos la referencia en el Google maps de nuestro coche no hubo forma de llegar.
Buen comentario y buena experiencia la vivida en la casa de Pep. Los “enochalaos” os lo pasasteis pipa. Yo acabe borracho pero no de etílico, no; mareado de nombres de bodegas, variedades, DO, añadas… Entre Rabasa y Pep me metieron mucha caña para un único día.
Saludos a todos/as!!!
Lo que el taxista no soluciona, “San Google” si.
La información siempre mejor continua y pausada, que no de atracón, como fue el caso. Pero es lo que hay…
Un abrazo.
Impresionante reportaje.
Qué bien lo pasamos, cómo jugó el tío Pep con nosotros a su antojo.
Las fotos excelentes, marca de la casa.
Un auténtico placer compartir con todos vosotros estos buenos ratos.
Abrazos!
Placer compartido. Una vez más, ¡enhorabuena! vuestra elección y organización fue perfecta.
Gracias por leernos.
Un abrazo.
Grande!
Fabulosa crónica.
Jaja, mola lo de wikivinoman
XXXD
Jajaja… me consta que a él también le ha gustado el “palabro wikivinoman”
Gracias por leernos.
Un abrazo.
Un placer!
Gracias a vosotros por proporcionarme “esos momenticos” de lectura
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Ainnnsss, últimamente siempre llego la última. Bueno, lo importante es llegar!
Equipo Vinowine, amigos, compañeros, Ana y José, simpática pareja también, como siempre… lo habéis hecho perfecto. Esa sinergia entre escritor y fotógrafa y viceversa se palpa en cada post.
Enhorabuena y gracias por conpartirlo.
Respecto a Ca Pepico, pues estamos de acuerdo: está entre los Grandes de Valencia. Ole y ole!
Besos guapos
Por supuesto que lo importante es llegar, cada uno tenemos nuestros tiempos.
Gracias a ti por leernos.
Besos.
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